Todos sabemos que el color blanco es uno de los imprescindibles cuando hablamos de decoración. Atrás quedan esos interiores que por llevar este color se denominaban minimalistas ya que hoy en día, puedes amoldar todo tu hogar a este color sin necesidad de que parezca con este estilo. Por eso, hoy nos quedamos en el salón. Sí, un lugar de reencuentros y de relax que siempre será perfecto para organizar las mejores veladas. Tanto si tienes un salón grande como pequeño, esta tonalidad será idónea para que nos alegre cada rincón y nos permita tener mucha más luminosidad, si cabe.
Antes que nada tenemos que pensar en el estilo que queremos darle al salón con nuestra decoración y nuestros muebles para pasar a pintar las paredes de blanco. Sin duda, aquí ya comenzamos nuestro trabajo hacia un hogar más elegante y donde se respira tranquilidad en cada rincón. Muchas casas también cuentan con baldosas en blanco pero no es lo más común, por eso, siempre puedes ayudarte de alfombras en color beige, para una decoración menos fría, que no permitan que el blanco quede en un segundo lugar. Quizás es mejor dejar a un lado los colores más oscuros a no ser en algún detalle como en los marcos o en elementos decorativos.
Llegado al momento en el que tenemos que elegir los muebles, seguro que lo primero de todo serán los sofás. Siempre por su estilo y comodidad nos gustan los que cuentan con amplitud y con cojines que hagan más perfecto nuestro descanso. Aquí es un buen momento para dejar que el color blanco también haga su acto de presencia y puedes darle el toque de color en los cojines, pero siempre con pinceladas muy suaves. Aunque quizás resultan un tanto manchadizos, siempre es bueno elegir tejidos que cuenten con una sencilla limpieza.
Si los sofás se muestran en colores neutros, entonces los muebles tampoco se van a quedar atrás. En este caso, también disponemos de uno con forma modular y que cuenta con el lacado en blanco como su firme propuesta. Eso sí, para todos los que quieren algo de luz en esta zona, siempre pueden añadir algún que otro tono en las lámparas o quizás, dejar que la alfombra lleve esos colores elegidos. Dejaremos atrás los estampados muy llamativos y los colores muy vibrantes. De esta manera habrá un equilibrio especial y siempre, apostando por el blanco en cada uno de los rincones del salón.